"Haz lo que quieras sobre mí..."
Decía con fingido desdén.
"De todos modos yo me iré
cuando se acabe el vaivén..."
"Haz lo que quieras sobre mí.
Yo ya no iré a casa jamás.
Toma mi mano, hazme sentir
cómo respiras por detrás."
Yo sabía que ella moriría.
Planeaba ser su testigo.
Pero ella se fue, amándolo,
ya no confía en lo que digo.
"¿Cómo confiar, querida nena,
siendo usted tan ubicada?"
¿Cómo pedir que estés serena,
siendo tan apasionada?
Sólo a vos te sucede esto.
Sólo vos podrías verlo.
"Nunca cierto, bien lo sabes,
también tú pudiste serlo..."
Y así fue que me llevé
el mayor de los reproches.
Y así sólo pude ver...
¡Debí haber subido a tu coche! ~
---
Y personalmente creo que a veces hay que subirse al coche.
Muy lindo.
Un saludo
Jesús Domínguez
Publicar un comentario